Vaya 15 días que se nos presentan, ¿verdad? Partido esta noche ante el Almería, el martes posiblemente en Logroño, el sábado en casa el "playoff", el siguiente martes si es necesario el tercer partido fuera, el viernes la semifinal si se llega y el sábado el ascenso a la LEB Oro si la lechera sigue sin tropezarse. Buen momento para que todos nos pongamos las pilas y demos la mejor versión de nosotros mismos, cada uno en lo suyo: unos jugar, otros dirigir, otros animar y nosotros a informar. A ver si estamos a la altura.
Quien no estuvo a la altura en su momento fue nuestro protagonista de hoy. El pasado 21 de marzo se cumplieron los diez años de probablemente el momento más vergonzoso protagonizado por un jugador del Cáceres CB en la "etapa moderna". Muchos lo recordaréis con indignación: Ramón Rivas le pegó un corte de mangas a la hinchada del V Centenario. Increíble, tratándose de un jugador local, ¿verdad?
Rivas había llegado unos meses antes dentro del lujoso plan de refuerzos de Manel Comas para salvar al equipo del descenso. Lo de lujoso lo digo por él, por Pablo Laso y por Tim Breaux, porque lo de Greg Stewart aún estoy esperando a que me lo expliquen. El puertorriqueño había jugado bien para Comas en el Tau y acababa de ser cortado en el AEK de Atenas. Entonces los millones fluían una facilidad pasmosa en Cáceres para hacer remiendos de este tipo. Sin embargo, el pívot ya estaba en su decadencia como jugador y el equipo no acabó de mejorar en la liga regular, lo que le abocaba al "play off" de descenso.
Aquella tarde-noche, partido contra el Unicaja, la gente estaba quemadita con estas cosas. A ver, me autocito en mi crónica: "Se vivió uno de los incidentes más desagradables en la historia ACB de este club: un jugador, Ramón Rivas, le hizo un corte de mangas a su propio público. Quizás sea por lo que se recuerde este partido dentro de unos años (...). A falta de 3:35 para el final, Rivas, que no estaba haciendo un mal partido, encadenó un par de errores consecutivos y fue sustituido por Emiliano Morales. Gran parte de la afición cacereña, que ya venía haciendo patente su malestar con el rendimiento que viene ofreciendo el pívot, lo silbó insistentemente, a lo que Rivas respondió con un breve pero significativo corte de mangas. La escena fue sumamente descorazonadora, respondiendo el público con un abucheo mucho más generalizado. El gesto tardará en olvidarse, aunque es difícil de imaginar que el club despida al jugador. También sirve este inédito momento para ilustrar el momento crítico de un grupo demasiado superado por las derrotas...".
Quien no estuvo a la altura en su momento fue nuestro protagonista de hoy. El pasado 21 de marzo se cumplieron los diez años de probablemente el momento más vergonzoso protagonizado por un jugador del Cáceres CB en la "etapa moderna". Muchos lo recordaréis con indignación: Ramón Rivas le pegó un corte de mangas a la hinchada del V Centenario. Increíble, tratándose de un jugador local, ¿verdad?
Rivas había llegado unos meses antes dentro del lujoso plan de refuerzos de Manel Comas para salvar al equipo del descenso. Lo de lujoso lo digo por él, por Pablo Laso y por Tim Breaux, porque lo de Greg Stewart aún estoy esperando a que me lo expliquen. El puertorriqueño había jugado bien para Comas en el Tau y acababa de ser cortado en el AEK de Atenas. Entonces los millones fluían una facilidad pasmosa en Cáceres para hacer remiendos de este tipo. Sin embargo, el pívot ya estaba en su decadencia como jugador y el equipo no acabó de mejorar en la liga regular, lo que le abocaba al "play off" de descenso.
Aquella tarde-noche, partido contra el Unicaja, la gente estaba quemadita con estas cosas. A ver, me autocito en mi crónica: "Se vivió uno de los incidentes más desagradables en la historia ACB de este club: un jugador, Ramón Rivas, le hizo un corte de mangas a su propio público. Quizás sea por lo que se recuerde este partido dentro de unos años (...). A falta de 3:35 para el final, Rivas, que no estaba haciendo un mal partido, encadenó un par de errores consecutivos y fue sustituido por Emiliano Morales. Gran parte de la afición cacereña, que ya venía haciendo patente su malestar con el rendimiento que viene ofreciendo el pívot, lo silbó insistentemente, a lo que Rivas respondió con un breve pero significativo corte de mangas. La escena fue sumamente descorazonadora, respondiendo el público con un abucheo mucho más generalizado. El gesto tardará en olvidarse, aunque es difícil de imaginar que el club despida al jugador. También sirve este inédito momento para ilustrar el momento crítico de un grupo demasiado superado por las derrotas...".
El Cáceres acabaría ganando aquel partido (70-67) y, a pesar de que jugaría 5 años más en la ACB, nunca volvería a vencer al Unicaja, que le derrotó en los diez siguientes encuentros, incluyendo aquel doloroso episodio que fue el último partido en la máxima categoría. Rivas anotó 10 puntos y cogió 3 rebotes, estadística ridícula esta última para un pívot con 30 minutos en cancha. Sus promedios finales en Cáceres fueron 7,7 puntos y 5,2 rebotes en 26,3 minutos y lo más positivo fueron sus "play offs" de permanencia contra el Ourense, con una habilidad hasta entonces rara en su carrera: el triple.
Y es que Rivas, a pesar de que el cuerpo se lo pedía a muchos, no fue despedido tras el corte de mangas. Se convocó una rueda de prensa un par de días después y pidió disculpas alegando los nervios del partido y tal y cual (lo cual sonó raro en un tío experimentadísimo de 32 años). Sin embargo, se le necesitaba y Comas le protegió, como por otra parte era lógico. Un año más tarde, Rivas le pagó "traicionándole", dejándole tirado tras fichar ambos por el Manresa y arrepentirse a última hora con el precontrato firmado. Y es que los partidos de Ramón Rivas en Cáceres fueron prácticamente los últimos de su larga carrera, que incluye un añito en la NBA con los Celtics que jugaron el Open McDonalds de Madrid-88 y numerosas internacionalidades con su país. La siguiente temporada, 99-2000, apenas jugó tres encuentros en Fabriano (Italia) y ya no volvería a las canchas.
¿Qué hace ahora, os preguntaréis? Es comentarista de televisión (a cualquiera cogen para eso) en los partidos de Orlando Magic en la versión en español (foto de la derecha). Ya se sabe que en Florida se habla casi más que el inglés. El otro día leí que proyectaba saltar al mundo de los banquillos haciendo "dupla" con el veteranísimo Herb Brown, que también le entrenó en Vitoria. No sé. No le veo. A ver si en vez de pedir tiempo muerto haciendo la clásica "T", lo va a intentar llevándose la palma de una mano a la mitad del otro brazo...
5 comentarios:
Siempre fue un buen jugador marrullero, dentro y fuera de la cancha, los que le conocían a fondo decían de el que era una maravillosa persona. Yo me quedo con lo primerio
Inolvidable aquella escena, aunque también hay que reconocer que en partidos puntuales sus galones y su experiencia resultaron clave (sobre todo aquellos playoff en Orense).
Su categoria, su experiencia e intimidación en la zona y el respeto que le tenían los árbitros me recuerda en algunos momentos a Harper Williams.
Recuerdo aquel corte de mangas como si fuera ayer y es que le costó arrancar en Cáceres porque vino lento y pasado de kilos, en definitiva, que tuvo que hacer la pretemporada en plena liga pero al final demostró que cuando se puso físicamente aceptable podía ser un jugador interesante y en el play-out fue determinante para ganar a Ourense. Un jugador que estaba acostumbrado a las victorias, a estar arriba y a los elogios no llevó demasiado bien lo de perder y que le pitaran por hacerlo mal, fueron los primeros unos partidos realmente mediocres los suyos y entre eso, que se perdía y que el tío costó una pasta gansa pues se convirtió en perfecta diana para las críticas y el tema acabó como acabó; de todas maneras despedirlo por un corte de mangas con disculpas de por medio hubiera sido excesivo a mi humilde juicio.
Una evolución parecida fue la de Malcolm MacKey, que también llegó hecho unos zorros y acabó bastante en condiciones. Ya lo de Greg Stewart fue un imposible, si se hubiera puesto en forma hubiese sido un milagro. No sé, quizá quiso traerlo Comas para tener alguien más para entrenar o cubrirse las espaldas en caso de lesión cara al play-out, otra razón no le veo.
Volviendo a Rivas, lo del corte de mangas fue imperdonable pero hay que reconocerle su mérito en hacer duro a ese equipo dentro de la zona porque faltaba alguien que repartiera y a pesar que, como dice Ortíz, ya había empezado la cuesta abajo de su carrera deportiva en Cáceres demostró que precisamente eso, repartir cera, era lo que mejor se le daba. ¿Por qué dejó tan pronto el basket profesional?, creo que no tenía demasiado espíritu de sacrificio y no me acuerdo dónde leí que aseguraba que prefería pescar y tomar el sol en su yate a seguir jugando al baloncesto. Toda una declaración de principios.
Saludos.
Publicar un comentario