jueves, 23 de septiembre de 2010

Una candidatura, como mínimo, sorprendente

Mientras descontamos los días para que empiece por fin la temporada (ya haremos aquí una gran previa, no os preocupéis), a mis retinas, tan dadas a mirar hacia atrás, llega una noticia que, como mínimo, considero sorprendente: José María Bermejo se perfila como candidato a la alcaldía por Foro Ciudadano. Ahí va una lectura baloncestíco-cacereñúa:




Bermejo fue la persona sobre la que giró el famoso “boom” del baloncesto en la ciudad. Nadie más imprescidible que él en montar aquel cotarro cuyas consecuencias aún vivimos hoy en día para bien. Ni Martín Fariñas, ni Manolo Flores ni Jordi Freixanet ni Kevin Pritchard. Bermejo, el hombre de Frío del Oeste y varias empresas más, el amigo al que Sánchez Polo, entonces alcalde, convenció y apoyó para construir algo de la (casi) nada. Lo logró, ayudada por una concatenación de factores ciertamente irrepetible, y su poderosa figura se convirtió en una de las más conocidas desde Aldea Moret a la Mejostilla, desde Las 300 al Las Capellanías.



Sería estúpido negar que su gestión fue decisiva para que el proyecto cogiese en poco tiempo una fuerza inusitada: excelentemente relacionado con el poder establecido, dotado de una mano izquierda a prueba de bombas y conocedor perfecto de la idiosincrasia del cacereño medio, de cómo seducirle. Desde el principio supo que aquí no molan los proyectos modestos. De hecho, había cierta norma interna en aquel Cáceres CB: nunca se debía utilizar la palabra “humildad”. Aquí había que pensar a lo grande: intentar fichar al entonces estelar Joe Arlauckas (¡¡¡llegó a anunciar un principio de acuerdo!!!) fue una muestra de ello.



Mientras el viento venía a favor, nadie le cuestionó públicamente más allá de los clásicos comentarios de barra de bar. Se daba por hecho que cobraba una pasta por presidir el club (un millón de pelas al mes, acabó reconociendo) y resultaba poco discutible eso si el hombre dedicaba casi el 100% de su tiempo a la gestión, siempre bien secundado por el fidelísimo Santos Chaso. Los éxitos deportivos (con los clásicos ups and downs del deporte, claro) eran una estupenda cortina de humo para acallar los rumores de que había abusos, de que se iba demasiado “a todo trapo”. De que algún día la Caja de Extremadura se cansaría, como así fue. A Jesús Medina parece que nunca le gustó mucho el baloncesto, pero supongo que no pudo evitar dejarse convencer para soltó un dinero tremendo durante los seis años que duró el patrocinio en ACB. Difícil de calcular, pero cercano a los mil millones. Que se dice pronto.



Creo que Bermejo no estuvo nada bien haciendo coincidir su marcha (con la que llevaba años amagando, alegando que estaba demasiado presionado) con la de la Caja, en 1998. Lo elegante hubiera sido quedarse en el barco, cual capitán del Titanic. A partir de entonces, el club lo único que hizo fue prolongar su agonía, acumular deuda y encarar un final que se veía venir, por mucho que hubiese operaciones tan increíbles como la de Paraíso. Curiosamente, en el 2002 el ahora político reapareció contra todo pronóstico con otro movimiento que quizás contenía buena fe, pero que volvió a dejarle mal. Cuando los Núñez, Chacón y cía (es decir, la gente de ahora) dijeron que consideraban vender la plaza ACB porque el tema era inviable, él salió a la palestra en una asamblea diciendo que tenía dos espónsors y que había posibilidades de seguir adelante. Todos le creímos, seguramente más agarrados a la esperanza que a la verdad.



La última temporada en ACB de hecho la presidió Bermejo en un completo despropósito: los dos patrocinadores no aparecieron, se hizo un equipo lamentable que descendió sumariamente, jugadores clave se largaron a mitad de película por falta de pago, él dejó de hablarse con el entrenador a las primeras de cambio, fracasó una ampliación de capital que no se creyó nadie… El baloncesto era ya más un estorbo que una ilusión, parecía aquellos días. La culminación de una ruina que se arrastraba desde hacía años.



Por supuesto, Bermejo, que hasta se atrevió a intentar echar a la afición contra mi periódico publicando a todo trapo en la web del club que el Grupo Zeta era patrocinador del Girona (no le dabía gustar lo que publicábamos entonces, me temo), no se quedó en la LEB. Nombró casi a dedo a Juan Francisco Luis (y ya vimos lo que pasó) y volvió a un segundo plano, aunque como cosa muy positiva sobre él tengo que matizar que ha sido el único expresidente que ha hecho socio en todos los proyectos.



Ahora nos deja a muchos con la boca abierta con esto de Foro Ciudadano. A pesar de ser un hombre cercano al mundo de la política, no me pega en él esta decisión. Ni a mí ni a gente más cercana. A él no le han gustado nunca los discursos, los micrófonos, el protagonismo populista, al menos cuando fue presidente del Cáceres CB. No sé qué ha pasado por su cabeza para aceptar la oferta. Quizás sueña con ser una reedición del Felipe Vela de las últimas elecciones, cuando fue su voto el que decidió la alcaldía. Y volver a tener a la ciudad pendiente de él, como ocurrió en el verano de 1992 y se gestionaban los requisitos para entrar en el Olimpo Hay quien interpreta que en realidad está ahí para restarle votos al PP y echarle una mano al PSOE si las matemáticas lo requieren. No lo sé. El caso es que la campaña será más divertida y morbosa con él dentro y que Foro Ciudadano ha hecho un fichaje de calado: la gente le conoce mucho más que a cualquier candidato que puedan tener en sus filas.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Felicidades, Extremadura

A mí siempre me han señalado en el mundo del basket un poquito por ser del San Antonio. Jesús Blanco suele hacer broma con eso. Y a mucha honra, oiga. Si bien era el más paquete del colegio de cara a una canasta, estar tan rodeado de baloncesto influyó poderosamente en mi vida hasta encontrarme en este momento en el que llevo ya casi 20 años escribiendo (bien, regular y mal) del tema. Aquello era “el templo”, un sitio donde se respiraba basket por los cuatro costados. A veces, tanto que corríamos el riesgo de creernos el ombligo del mundo en ese sentido. Y no era así, no.




Estoy hablando de mediados de los 80. Relativamente cerca en la misma ciudad había otro colegio (en este caso público) donde también se trabajaba muy bien nuestro deporte: el Extremadura, en la barriada de Pinilla. José Luis Preciados y Luis Calderita, dos tipos desinterados y auténticamente locos por el baloncesto, fundaron un club de la nada que supo catalizar muchos esfuerzos, que también ganó campeonatos, que también dio nombres interesantes. Por citar a tres: José María Panadero pasó allí un añito siendo un auténtico mocoso y luego lo fichó el Cáceres CB. Juan Carlos Domínguez, un base con un rostro impresionante, estuvo a punto de debutar en el primer año de ACB. Y Jorge Santos (“Saltos”) también hizo una carrerita curiosa en Badajoz y Plasencia y ahora es secretario general de la Federación Extremeña, además de un muy buen tipo. Ah, otro: Lluis, el hijo de Preciados, ha sido uno de los tíos más dominantes que he visto en categorías inferiores. La vida no terminaba en Margallo. Y en cierto modo, creo que el San Antonio se vio obligado a mejorar, a esforzarse más, al tener nueva competencia dentro de la ciudad.



Esto viene porque este fin de semana se ha celebrado una cosa “mu fotita” que me ha llegado hondo, por muy “toni” que todavía me siento (eso sí, el nuevo colegio me da un poquito de repelús, tanto por el contenido como por el continente): unos cuantos nostálgicos han impulsado un reencuentro con la excusa del 25 aniversario del Club Polideportivo Extremadura. Y fue todo un éxito, con 80 tipos llegados de Cáceres y de varias partes de España echando partidos, compartiendo recuerdos, homenajeando a Preciados (ya sin su característico mostacho) y a Calderita. Supongo que habrán disfrutado mucho y en cierto modo les envidio. A veces uno tiende a mitificar el pasado, su pasado, pero otras se equivoca al minusvalorarlo. En buena parte somos productos de nuestras experiencias, de lo que hemos aprendido y sufrido.



Aquí podéis leer el reportaje que les escribí con todo el gusto del mundo. También os adjunto dos fotos que me pasaron: una de familia (resulta curioso reconocer algunos rostros tantos años después) y otra de los dos “alma maters”. A mí el Extremadura siempre me quedará como el equipo sobre el que hice mis primeras crónicas para el periódico, en 1992, cuando llegó a estar en Segunda División compitiendo contra equipos madrileños en lo que entonces era la tercera categoría nacional. Luego la ilusión se fue (supongo que sólo teníamos ojos para la ACB aquel tiempo) y el cotarro desapareció, pero como se puede apreciar, un poso de entusiasmo quedó dentro de muchos de los que pertenecieron a esa aventura. Felicidades.



domingo, 5 de septiembre de 2010

¿Un mes todavía? (o la conexión entre Pedrera y Sidao)

La verdad es que los partidos amistosos de pretemporada son algo así como metadona para los yonkis. Quitan un poco la ansiedad, son un cierto sustitutivo, pero no dan el placer que da lo auténtico, la competición. Hoy el Cáceres 2016 ha jugado el primero de los ocho que tiene previsto en este mes que falta para que empiece la liga en Lleida. No voy a decir esa estupidez de que el resultado (101-68 "en Cajasol") es lo de menos (¿lo sería si hubiese ganado?), pero vamos, que tampoco hay que darle importancia a casi nada de lo que suceda en las próximas semanas en la cancha, creo yo.

Lo digo porque si bien una pretemporada puede ser orientativa de lo que puede pasar luego, cuando arranque lo serio, no hay que fiarse demasiado. Los partidos suelen ser malos, con muchos errores, con muchas rotaciones porque los chicos no tienen oxígeno y porque es el momento en el que todos jueguen. Más que nada es un momento para evaluar sensaciones, ir ensayando algunos conceptos, ver de qué pie cojea cada uno y todos en general. Ni volverse loco con las derrotas ni eufórico con las victorias. Eso sí, estaría bien que el Plasencia este año no te diese pal pelo en la Copa de Extremadura.

Particularmente frío me dejan los partidos a puerta cerrada como el de hoy. Es mejor que un entrenamiento, pero peor que un amistoso "normal". El movimiento parece inteligente, porque cuando se juega contra un ACB hay unos gastos mínimos de 4.000-5.000 euros (y eso no es fácil de sacar, ahora que estás pidiéndole a la gente el dinero del abono). Pero luego no lo es tanto, o sobre todo no lo es en el mismo sentido que si se juega con público y una mayor seriedad teórica.

En mi calidad de informador (ejem...) he estado en varios partidos de este tipo y casi todos han sido bastante desagradables y no sé exactamente cuál es el grado de fiabilidad de las conclusiones que se pueden sacar. Desconozco si ha ocurrido en Sevilla hoy (no creo), pero hay un denominador común en casi todos ellos: la violencia. Una desconcertante violencia.

En 1995, el Salamanca vino una buena tarde al V Centenario a echar unas canastas. Era aquel equipo vestido de naranja que se autodenominaba los Toros y que tan malos ratos nos hizo pasar en su efímera etapa ACB (dos años, cuatro partidos, tres derrotas). Resultó que en una jugada fortuita, alguien soltó un codo y Claude Riley y Toni Pedrera acabaron intercambiando unos upper-cuts ante el barullo general. El partido siguió a duras penas, pero creo que ya nada importó mucho después de algo tan desagradable. Lo cierto es que Pedrera, del que algún día glosaremos su imponente y controvertida figura, era un experto en aplicarle digamos "intensidad" a los entrenamientos y también fue muy comentada una bronca suya con Rod Sellers.

Me vino a la cabeza el asunto hace un par de años, en la temporada en LEB Plata. El Cáceres 2016 organizó un partidillo entre semana con el Habitacle Badajoz y tras otro "lance del juego", Sidao le lanzó un impresionante puñetazo a Mazur, al que afortunadamente le dio tiempo a agacharse. También hubo otros momentos de un "mal rollo" increíble. Aquí tenéis una pequeña crónica al respecto.


Conclusión a vuela pluma: parece que los jugadores, o algunos jugadores, cuando no hay un arbitraje "serio" ni posibles sanciones de por medio, se lo toman de otra manera (quizás ocurrió lo mismo en el famoso Grecia-Serbia de antes del Mundial), lo cual relativiza enormemente el valor de este tipo de partidos. Faltan 26 días para que empiece el basket de verdad. De momento, nos iremos conformando con los sucedáneos y con especular sobre lo que nos gusta o no nos gusta del equipo, pero lo único que valdrá en realidad es lo que pase en el Barris Nord el 1 de octubre.

PD: Vale, sí, está el Mundial de basket, pero esta selección nuestra resulta tan desconcertante... cuanto menos puedes confiar en ella, mejor juega. Y al revés. De todos modos, en general el nivel baloncestístico no está siendo muy allá, creo yo. Demasiadas ausencias, demasiado miedo a perder, demasiadas zonitas para esperar el fallo del rival...