sábado, 30 de julio de 2011

Yo también soy berlinés

Aquí andamos, terminando un pequeño "paréntesis laboral" de diez días. Digo “paréntesis laboral” porque he trabajado del 21 al 31 de julio en medio de mis vacaciones, que han sido primero 17 días en julio y ahora 14 restantes en agosto. Venga, que empiecen los comentarios de “qué bien vives, tío”. No me resistiré. Vivir bien hoy en día (y más en mi profesión) es poder tener un trabajo razonablemente pagado en el que además se respetan las vacaciones. Luego es muy del periodismo “rajar” sobre esto y lo otro (las horas que se echan, lo ingrato que es a veces), pero hacedme caso: a la mayor parte de los que estamos en ello, nos encanta hacerlo.


Estos diez días he tenido hasta la oportunidad incluso de “cerrar” (=publicar) algún fichaje del Cáceres (al parecer, el apellido de “Creativa” ha muerto). Ya tendremos tiempo de analizar cuando el "roster" esté completo, pero creo que está quedando un equipito majo, con mucha gente joven, pero de calidad. Obviedad: será clave acertar con los americanos. Veremos.

Ahora me voy a la playa (cuando uno dice "la playa" es Huelva o quizás Cádiz; si fuese a Ibiza o algún sitio con más glamour, diría "Ibiza" o el sitio concreto). En mi primera etapa de las vacaciones estuve unos días en Berlín. Como a todos con los que he hablado y han estado, me encantó. Una ciudad moderna, heterogénea, con vida, con muchas cosas que hacer, ciertamente rara en el contexto europeo por su historia reciente. Y alguno me preguntó antes de irme que, dado mi carácter de “freak” del baloncesto local enfocado al pasado, si iba a visitar el pabellón en el que el Cáceres jugó aquella ida de la semifinal Korac en 1995.

El disparo era exagerado, pero no iba desencaminado. Soy uno de esos turistas “deportivos”, que casi siempre que van a ciudades lejanas buscan sus estadios o pabellones con el mismo entusiasmo que sus museos o monumentos. La verdad es que tuve que mirar en qué pabellón jugaba por entonces el Alba, que era el Sports Halle Charlottenburg, en el barrio de Charlottenburg. Anduve por allí por otra cosa una tarde, pero no lo busqué. Tenía poco tiempo y varios kilómetros en las piernas ese día. Pero sí me sirvió para recordar lo grande que fue que Cáceres jugase de tú a tú en un momento de la vida con el equipo de una ciudad tan inmensa y tan mítica. Por cierto que ahora el Alba juega en el O2 World, por el que pasé cerca pero que tampoco llegué a ver.

Aun así, en el viaje tuvo que haber algo de turismo frikismo-deportivo. La tarde siguiente cogí el metro y me largué casi a las afueras, en la zona oeste, donde está el Estadio Olímpico, aquel en el que Jesse Owens sacó de sus casillas a Adolf Hitler y en el que justo 70 años después Materazzi sacó de las suyas a Zidane. Es una de las pocas construcciones de estilo nazi que quedan en la ciudad, aunque para el Mundial sufrió una gran reforma. Se me quedó un poco cara de tonto porque por cinco minutos no pude acceder dentro y en los días siguientes ya no tuve tiempo para volver.

Ahí queda la foto, igual que, entre otras, las del Palais Omnisports de París-Bercy, el Olímpico de Roma, el Madison de NYC (ahí hasta vi un partido de WNBA, jaja) o el nuevo Boston Garden, que, mala suerte también, me pilló en época de descanso del personal y tampoco lo vi por dentro. Por cierto que el lugar en el que estaba el antiguo es un solar. En el futuro me encantaría conocer el Olímpico de Múnich con esa cubierta de cristal tan setentera, o el Forum de Los Angeles donde Magic y Worthy corrían que se las pelaban. O Saint Denis, el Soccer City, la Bombonera, Wembley, el OAKA (el de la Paz y la Amistad lo vi de lejos...), la Mano de Elías, el Abdi Pecki de Estambul y ese pabellón de Moscú donde juega el CSKA que no tiene fondos y que por eso me recuerda al V Centenario.

A los que no les gusta el deporte no entienden esto, pero quienes nos hemos pasado horas y horas delante de la tele tragando partidos de aquí y de allá saben saborear bien ese pequeño placer que supone lo de "ah, aquí fue donde..." que uno siente hasta cuando pasa por el estadio de El Plantío.

martes, 19 de julio de 2011

Pedrera, la sorpresa deportiva del "monagato"

Estoy (por poco tiempo ya) de vacaciones, pero uno no deja nunca de trabajar en esta “santa profesión”, que diría García. Hace unos días, mi hermano José María (@JoseMOrtiz66 para quien quiera seguirle en Twitter) me comentaba que le había llegado un extraño rumor por varios lados: Toni Pedrera iba a ser el nuevo director general de Deportes de la Junta, el elegido por el “monagato” para ser la cara reconocible en las cuestiones deportivas. Tengo que reconocer que en la conversación, Jose y yo coincidimos en decirnos mutuamente que no podía ser, que Toni no daba el perfil, que sería, como mínimo, muy sorprendente, que la historia se hiciera realidad. Él llamó al propio Toni, con quien nos une buen rollo aunque no un contacto constante, y él se lo negó, supuestamente escandalizado y tan extrañado como nosotros. Y le creímos, por mucho que en los días siguientes el rumor más bien se multiplicase en lugar de calmarse.


Hoy, Antonio Pedrera Leo ha sido nombrado para el puesto ante la estupefacción general y creo que mediática. ¿Por qué? Es muy sencillo: desde su retirada en plena temporada 1999-2000, el fornido expívot había estado retirado de todo mundanal ruido deportivo, o tan siquiera baloncestístico. Ganó el juicio que le consiguió una invalidez permanente (una de sus rodillas está hecha cisco por los años de basket profesional) y se dedicó plácidamente a cuidar de sus hijos y de su mujer, la taekwondista (medalla nacional) María José Rosado.

“Yo vivo muy bien”, decía a todo aquel que se encontraba. Seguramente cierto. A veces se le ha visto muy pasado de kilos. La buena vida y la limitación a hacer ejercicio, supongo. Toni recibió el homenaje de la afición en un partido entre el Cáceres 2000-01 que dirigió fugazmente Manolo Flores y varios exjugadores del club, que ganaron, por cierto. Después, casi cero intervenciones públicas. Me atrevería a decir que la única fue la de la primera rueda de prensa de Marcos Maynar cargando contra Gustavo Aranzana. Pedrera le está muy agradecido al doctor porque le ayudó en el juicio sobre su invalidez y en esa clave hay que leer que aquella mañana estuviese en la misma mesa, apoyándole.

No da el perfil… Es una forma fina de decir que a Pedrera no parecía que le fuesen ni pizca estos jaleos de la gestión, los despachos, las inauguraciones, la política, en fin. Ni siquiera se sabe si tiene el carnet de “el partido” (antes “el partido” era el PSOE, ahora es el PP). Si lo tiene, bien guardado lo ha mantenido. Sanote, directo, bastante básico, con un sentido del humor socarrón que hace una mezcla curiosa con su físico hercúleo, a Pedrera no se le conoce contacto alguno con clubs o empresas relacionadas con el deporte, vía esta última a la que derivan exjugadores de similar trayectoria como José María Panadero o Enrique Fernández. Quizás sonó lejanamente en alguna ocasión para presidir “su” Cáceres en plan representativo, pero aquello pareció tan difícil de consumarse como esta noticia de hoy.

Esta falta de referentes sobre su experiencia fuera de las canchas me impide realizar pronósticos sobre cómo será su papel o qué líneas tendrá al frente del deporte extremeño en sustitución del dúo Carlos Javier Rodríguez/Fabián Quesada, dos políticos formados en la Facultad de Ciencias del Deporte. En todo caso, creo que sí es una buena noticia para el Cáceres y para el baloncesto porque siempre será más sensible a las reivindicaciones que vengan desde la canasta. Aunque yo creo que quien realmente meterá la cuchara ahí, en un tema que ha dado tanto que hablar incluso antes de que tomase posesión, es José Antonio Monago, ese exportero de balonmano.

Para quien no la tenga muy fresca, y ya que este es el blog de los nostálgicos del baloncesto en esta ciudad, ahí van ocho apuntes sobre su trayectoria deportiva.

1. Nació en Cáceres el 18 de septiembre de 1970, por lo que tiene 40 años. Su familia es de Malpartida de Cáceres, donde pasó los primeros años de su vida.

2. A su padre lo trasladaron a Mérida siendo él niño. En la capital autonómica nació su hermano José María, también exbaloncestista de élite. Ambos jugando con el Salesianos llamaron la atención del Barcelona, que les fichó siendo adolescentes.

3. En el equipo azulgrana no llegó a debutar en la ACB, pero sí en competición europea. Su estreno en la máxima categoría se produjo en el Huesca, donde estuvo un tres años cedido (89-90, 90-91 y 91-92) jugando bastantes minutos al lado de gente como Brian Jackson o Granger Hall.

4. Regresó al Barça, que lo mandó al vinculado Cornellá, donde fue clave para un ascenso no consumado a la ACB en la 92-93 en un equipo tremendamente joven en el que también estaba su hermano y jugadores como Oliver Fuentes, Berni Tamames o Ángel Almeida.

5. El entrenador del Cornellá era Manolo Flores, que fichó por el Cáceres en verano del 93 y se lo trajo de regreso. Su rol las seis siguientes temporadas no pasó de ser el esforzado tercer-cuarto pívot, con rachas de protagonismo y otras de ostracismo. Duro y algo corto de talla para jugar por dentro (2,02), era sin embargo una roca a la hora de coger la posición para el rebote y hasta desarrolló en sus últimos años un tiro de 3-4 metros bastante curioso.

6. Una constante de sus años en el V Centenario (apenas llegó a jugar en el Multiusos) fueron las lesiones. Las rodillas le dieron una enorme guerra y, pese a las reiteradas operaciones, no logró recuperarse y se retiró muy joven, anunciándolo un 2 de febrero del 2000 entre lágrimas. Recuerdo muy vivamente la imagen en la antigua sede de Hernán Cortés: no es fácil asimilar que los tíos como castillos también se derrumban como críos.

7. En total, jugó 242 partidos en ACB, con 3,7 puntos y 3,3 rebotes en 15 minutos de promedio. Cifras poco deslumbrantes, como se ve. No como aquella noche en Polonia (temporada 1997-98) cuando le clavó 33 puntos al LKS Konfort, sin duda su mejor actuación como verdinegro.

8. Llegó a ser internacional en categorías inferiores y obtuvo la plata en un Mundial oficioso sub-22 disputado en 1990.

miércoles, 6 de julio de 2011

¡¡¡Entró, entró!!!

Entrada de urgencia.

Fin a dos meses de agonía baloncestística, aunque con final feliz en este caso. El Cáceres volverá a salir en LEB Oro tras un parto larguísimo en el que a veces se han visto las cosas muy fáciles y otras muy negras. Yo he alternado las dos sensaciones este tiempo, aunque confieso que la semana pasada los síntomas no eran buenos. Pero se ha arreglado (ya nos enteraremos exactamente cómo) y podremos disfrutar de canastas de nivel un año más. Bien está lo que bien acaba, suele decirse.

Es estupendo saber que la ciudad no pierde una de sus señas de identidad, algo que le importa a mucha gente, que llena las noches de los viernes, que nos hace soñar, pasar el rato, enfadarnos cuando se pierde y alegrarnos cuando se gana. La ACB no volverá (o quién sabe), pero tampoco es ya una liga que Cáceres pueda permitirse. Ni Cáceres ni muchas otras ciudades. La LEB Oro es esa chica guapilla y honesta con la que acabas formando una familia. La ACB está mucho más buena, y puede que durante un tiempo gozases con ella en la piltra, pero es una golfa que, como no la colmes de regalos, te deja por el primero que pase.

Espero que lo mal que lo hemos pasado durante este tiempo lo que estamos cerca del proyecto (cada uno en su papel) nos haga apreciarlo más todavía. Estoy convencido de que hemos estado muy cerca de perderlo, que la zozobra que había durante algunas semanas no era ninguna estrategia. Ahora toca formar la plantilla (se supone que con menos ambición, pero ello obligará a afinar más que nunca) y afrontar un año en el que seguramente la exigencia deba ser menor que en el pasado. Pero ello no quita para que el baloncesto siga formando parte del paisaje sentimental de Cáceres.

Se salvó el "match ball", me decían esta tarde. Buena imagen, sí señor.

lunes, 4 de julio de 2011

El talento de Enrique (en pdf)

Ha sido un fin de semana muy malo. El más triste que recuerdo en muchos años. Despedimos a Enrique esta mañana, pero no nos lo quitamos de la cabeza durante todo el rato. A mí me tocó trabajar, e imaginaos el ambiente de la redacción. Lamento que todo esto vuelva a sonar sobado sobre alguien que se muere, pero se nos ha ido un tipo muy especial, diferente, heterodoxo, que sin hacerse el simpático le caía bien a todo el mundo. Curioso que muchos hayan valorado sobre todo de él sus silencios. Yo me quedo con su carcajada descontrolada cuando nos intercambiábamos alguna puya, cuando le soltaba que él era el "Garbajosa de la maquetación" y él se partía de risa cagándose en mi santa madre entre dientes.

Como los plumillas somos así, algunos hemos intentado espantar las penas escribiendo, un poco como terapia. Lo hice yo unos minutos después de enterarme, en la anterior entrada de este blog. Lo hicieron muchos compañeros en la nota de urgencia que publicamos en el periódico, redactada creo por Almudena Villar. Lo hizo sobre todo mi hermano José María, que era su mejor amigo en la redacción en un obituario que a todos nos conmueve de lo bien que lo refleja. Hasta Félix Pinero le dedica una de sus poesías. Y la competencia le dedica un breve. Buen detalle. Gracias.

Más o menos se sabía que iba a morirse. Estas enfermedades que aparecen un buen día, hace tres meses, y ya no se van. Me contó su hermano Pepe en el tanatorio que Ache afrontó su destino con una enorme serenidad, dando instrucciones de lo que había que hacer con él, no queriendo ser una carga o un motivo de llanto. Pero aún no me creo que no le volvamos a ver, la verdad.

El otro día hablé de las fotos de baloncesto que hacía de vez en cuando y que le apasionaban, pero no caí en hablar de lo genial que era también diseñando páginas, la labor de la que principalmente se ocupó en el periódico. Y pensé en que muchas veces mi trabajo como periodista de basket lució más gracias a él, a que le puso un continente atractivo a los contenidos. Y lo voy a demostrar ahora mismo, con documentos, y también con sabor a canastas nostálgicas.

Os dejo el PDF de uno de los suplementos de inicio de temporada ACB (la 94-95) que con tanto cariño hacíamos cada septiembre. En la portada (son 16 páginas con mucha información, y muy interesante) se recoge que el diseño le corresponde a él. Muy bueno para los medios técnicos que había entonces y con la mezcla de sobriedad y espectacularidad que requiere un periódico. Tenéis dos opciones. Si picáis aquí (abrir en una ventana nueva) podéis leerlo sin necesidad de descargarlo (vía Isuu). Si os lo queréis guardar en el disco duro, aquí en megaupload.

Hay una coincidencia macabra. En el suplemento hay una página dedicada al Plasencia y al Doncel, por entonces equipos vinculados del Cáceres. Y, claro, aparece la foto del Doncel y se señala que el entrenador es Juan Antonio Dorado Segura, que murió el mismo día que Enrique en lo que es la otra noticia terrible del fin de semana.

Yo he necesitado doble terapia, Ache. Lo siento. Ya sé que nunca te gustó ser protagonista.

En fin. Otro día hablamos de si el Cáceres sale o no en LEB Oro. De todos modos, queda muy poco para el fin de la incertidumbre.

sábado, 2 de julio de 2011

Adiós, amigo

"La muerte hace ángeles de nosotros y nos da alas donde antes teníamos hombros" (Jim Morrison).

Se me ha muerto un amigo hace un rato. Se llamaba Enrique y compartí muchas cosas con él en los últimos 20 años. Le conocí cuando entré en el periódico y me ayudó mucho entonces, cuando yo era un crío que empezaba a manejarse entre los adultos de la redacción. Le traigo a Bujacocesto porque era un gran aficionado al basket con el que estuve en momentos importantes relacionados con la canasta y con la vida.

Viajé con Ache (le gustaba que le llamasen así, su apellido empezaba por la letra "hache") al aquel famoso partido de Badajoz en el que Jiri Okac fue agredido por un policía al que le había quitado la gorra. Principios de 1992. El famoso incidente nos pilló a él y a mí en el fondo más cercano al banquillo del Cáceres en Entrepuentes. Qué ambiente más tremendo. Enrique siempre sabía sacarle la lectura más distinta al asunto. Un tipo poco tópico.

Era maquetista del periódico, pero le encantaba la fotografía y ayudaba en esa sección. Cubrió con mi hermano el mítico "playoff" en Andorra, por ejemplo, y años después, en 1997, nos fuimos a León (una ciudad que él amaba, por cierto) para estar tres días pellizcándonos mutuamente porque desde allí le contamos a la gente (él con su cámara, yo con mis palabras) lo que pasó en la Copa del Rey. Nunca olvidaré la complicidad en concreto de aquel fin de semana, ni el bocata de calamares realmente inenarrable (de malo) que nos metimos el día de la final, mientras preparábamos 14 o 15 páginas. "Chicloso" era decir poco. Suya es la mítica foto de ahí arriba de su tocayo Enrique recogiendo, con la mirada triste, el trofeo de subcampeones. Ahora mismo el capitán me parece que tiene la mirada especialmente triste, no sé por qué.




También colaboró con Gigantes del Basket y gran parte de las fotos de los partidos de casa que se publicaron en la revista durante los años de gloria son suyas. Siempre tenía otra visión. Era un experto en salirse del carril de la gente normal, pero lo hacía sin forzarlo, desde la naturalidad. Será un tópico cuando la gente palma, pero creo que era un gran tipo.

Luego hay un momento en la vida en la que todo se tuerce por los problemas de salud. El hecho de que su final haya sido más o menos esperado no me consuela en absoluto. Era genial, y sobre todo diferente, desinteresado. El que lo haya conocido me lo confirmará. Ahora se ha ido y no le volveremos a ver, con su pinta de doctor House, con su frasecita lacerante seguida de una risa incontrolable, con sus teorías estrambóticas sobre las cosas. Gracias por todo, Enrique.