viernes, 28 de octubre de 2011

Tiempos difíciles, pero me la pela

"Era todo tan triste y tan absurdo.
No vivías apenas. Te colgabas
de la pared de la melancolía
y veías pasar las lentas horas
que hacia nada conducen y hacia nunca.
Las mujeres te habían retirado
su protección, los dioses su asistencia
y la literatura su cobijo.
Fueron tiempos difíciles aquellos".

Luis Alberto de Cuenca -- "Tiempos difíciles" (El hacha y la rosa).

Hay algo, mucho, de beatificador en la luz del final del túnel. Pasas un tiempo, ya sean diez minutos o una eternidad, encerrado en esa oscuridad aparentemente inamovible y de repente, cuando menos lo esperas, llega el resplandor, la esperanza, la adicción a la jodida vida, a eso que tanto odiamos amar. Estar aquí es eso: duda, aprendizaje, desafío, reto, derrota, levantarse, quizás victoria algún día. Pero es divertido. Es divertido hasta perder, hasta sufrir por lo inconfesable. El optimismo absurdo al que nos aferramos para seguir respirando el minuto siguiente. Lo único importante, en realidad.

Ha sido una semana chunga en mi vida. Hace una semana me caí redondo al suelo por motivos por aclarar y me dieron dos puntos encima de la ceja. Aún me tengo que sentir afortunado por el hecho de que las gafas rotas no se me clavasen el ojo. Después se confirmó un rollo muy chungo empresarialmente: mi periódico hace un ERE temporal y cinco compañeros se van a la calle por un año y el resto poco menos que nos vemos obligados a reducirnos el sueldo una media del 10%. Temporalmente. Como esa canción con la voz de Jota que durante una época pareció escrita para mí, hace casi diez años ya.

Da igual. Hay que seguir hacia adelante. Como no digieras las cosas malas que te pasan en la vida estás totalmente acabado. Hay que luchar, seguir adelante, apelar a la épica o la mierda que quieran inventarse los putos periodistas deportivos. Luchar, luchar, luchar. Nunca darse por vencido, como esos tipos que se quedan sin trabajo y tardan meses y meses encontrar otro. O no lo encuentran. O esos que se divorcian de la mujer que una vez pensaron que sería eterna y con la que engendraron esos niños adorables a los que ahora verán menos. O esos tipos que van por su carril y les llega otro de frente a 200 km/h con una copa de más. Y crash. ¿Y qué haces? ¿Abandonas? ¿Dimites? No. Sigues, sigues, sigues. La vida es eso. O eso quiero creer.

Hace unos años me consideraba un tipo negativo, tendente al victimismo. Había algo de heroico en ser una víctima, una especie de dignidad chunga en ser el ejecutado (normalmente) por el verdugo, en ser uno más de la cola de Auschwitz. Pero me cansé de tanto barro, de compadecerme para nada. Seguí, seguí, seguí. Y vi mucha más belleza en la resistencia, en la obstinación de estar ahí en la trinchera sin abandonar nunca, sin dejar de enarbolar la bandera de la honestidad, de ser tú mismo. Así es que nada va a poder conmigo. Ni lo malo que me ha sodomizado esta semana ni lo malo que espera a la vuelta de la esquina. Lo habrá, pero sigo. Seguid vosotros también.

martes, 18 de octubre de 2011

Twitter como diván

Ayer domingo, ese día tan infernal para el periodista deportivo, teníamos un espacio de tres columnas libre a las 10 de la noche y nos decidimos a escribir una cosa que surgió por la mañana. Se trataba básicamente de recoger las palabras de Carlos Cherry en su twitter, cuando dijo que en el partido de Granada del viernes había "tocado el infierno" y que nunca se había sentido peor en una cancha. Bueno, para leer completa la historia, aquí.

Era, digamos, una información "de consumo", pequeñita. Por cuestiones estratégicas de mercado (qué bien ha quedado eso) nos gusta que todos los días salga algo del Cáceres de basket (y del Cacereño de fútbol), aunque a veces no haya gran cosa. Pero esta vez tampoco puede decirse que las palabras de Cherry no fuesen "gran cosa". El tipo se había sincerado de una manera brutal sobre lo mal que está jugando (sobre todo el viernes), pero luego, tirando del hilo, vimos que Carleton Scott también habla en la misma red social sobre su estado anímico (en proceso constante de demolición y reconstrucción).

Es fascinante que ahora podamos saber en vivo y en directo el momento psicológico de todo el mundo que quiera expresarlo por ahí. Supongo que es una especie de liberación, porque sabes que mucha gente te sigue y quieres explicar por qué estás decepcionando y que además tú te sientes igual o peor. Bueno, peor seguro. Pocas sensaciones más terribles que esa que te entra cuando no te salen las cosas en un trabajo que te gusta y todo se te hace un mundo.

Twitter, eso sí, tiene cierto peligro. Lo carga el diablo. Hace unos meses, Cherry y algún compañero suyo más se mosquearon porque ACB.com recogió frases jocosas que escribieron en la famosa espera maratoniana en el aeropuerto de Tenerife tras jugar en La Palma. Muchas eran bastante destroyers, fotis incluidas. Otro día a Antelo le increparon muchos porque, siendo como es muy del Madrid, soltó un par de tuits despectivos sobre los catalanes tras una victoria del Barça. Inmediatamente pidió disculpas. La conclusión es que son gente pública que deben tener cuidado con lo que expresan.

Nuestro debate en la redacción ha sido a veces "¿podemos publicar tuits de jugadores como si fueran declaraciones, especificando de dónde se cogen? ¿no se hacen en un contexto más o menos privado, aunque se puedan leer incluso sin estar registrado?". La responsabilidad de lo que sacamos el día siguiente en el periódico es grande, aunque nosotros a veces no la percibimos, al estar acostumbrados. Pero la misma responsabilidad hay que tener cuando se escribe algo en la red, ese océano tan difícil de controlar, con toda esa gente dispuesta a molestarse o simplemente a acosar al conocido. Yo creo que lo de Cherry sí era muy noticia en lo deportivo y había que sacarlo. Si hubiese puesto "vaya copitas que me bebí anoche en La Madrila", seguramente no.

Twitter (y en un ámbito más íntimo Facebook) se ha convertido en un diván de psicólogo de nuestra época para mucha gente, que expresa sus emociones y, claro, también sus cotidianidades. Yo confieso que no le acabo de coger el punto, aunque mi ego se alimente un poquito con cada seguidor que sumo. Como acabáis de apreciar, soy demasiado rollista para 160 caracteres.

PD: Juan, el encargo está en el horno, supongo que estará esta semana.

jueves, 13 de octubre de 2011

Torres-Orenga, el momento Antoine Wright (re-editado)

Anoche no podía dormir, pero para eso están las redes sociales, para solazarse en el partiduco de Antoine Wright en el Palau y su -19 de valoración, mal que le duela a Juan y a su Estu. Vaya por delante que Wright me parece un buen jugador (lo que le he visto en la NBA, muy físico, en la línea de espectáculo que tanto ama el Ramiro con los Ricky Winslow, Chandler Thompson y demás). Creo que hará una buena temporada en la Endesa League. Un mal día lo tiene cualquiera, y más ante el voraz Barça. Lo que pasa es que ahora que se registra todo estadísticamente, pues queda uno expuesto a lo de tener la peor actuación de la historia, así de rimbombante.

Yo, como suelo verlo casi todo de color verdinegro, me pregunté a mí mismo: ¿cuál fue la peor tarde de un jugador del Cáceres CB --en la entonces ACB League--, al menos a nivel estadístico? Lo cierto es que no me puse partido por partido a mirarlo, son como 400, y la web de la competición, aunque esté muy bien, no permite otro método. Pensé que con mirar unos 50 (los que que el equipo había conseguido poca anotación o había sido apalizado) valían para tener una respuesta más o menos aproximada, aunque no segura. Hice una entrada aquí escribiendo que Joffre Lleal protagoniza el sonrojante dato, y además en tres ocasiones, de haber hecho -7. También dije que si alguien encontraba una estadística peor, que lo dijese.

Hasta hice un montajito con las caras de Lleal y Wright. Publiqué que dos de las tres "hombradas" de Joffre se produjeron en la misma temporada, la 2001-02. Primero, en la habitual humillación en el Carpena (90-64) y unos meses más tarde, en una derrota en casa ante Fuenlabrada (94-103). Este último encontré por casualidad, lo mismo que el tercero de los casos, perteneciente a la siguiente temporada, la del descenso. Curiosamente, el Cáceres ganó aquel partido al Granada (91-80), pese al nuevo -7 del catalán.  Lo cachondo es que, si os fijáis, en el primero de los dos partidos, el de Málaga, Dani Callejo se sube al carro de las malas actuaciones con un -6 en apenas 10 minutos. Es posible que el 37 de aquel día sea récord negativo de equipo. Joffre también tuvo un -5 aquella temporada y otro en la siguiente.

Sin embargo... gracias a Twitter he podido comprobar que a Lleal le quitamos la pesada carga y se la trasladamos a Isma Torres y a Juan Antonio Orenga. Un amable "follower" llamado Alvaro Vaca me escribe tras descubrir que el almeriense Torres, entonces un joven pívot que todavía anda en el basket, se marcó un -9 en la jornada 14 de la 2000-01... en solo 5:49 minutos. Quizás merezca una entrada aparte hablar de él, ¿no? No me parecía mal jugador. Ahí arriba le tenéis anotando en los "minutos de la basura" de los cuartos de final coperos de Málaga. Orenga logró su "hito" en la 2001-02 frente al Real Madrid. Es curioso que no le hemos perdido de vista estos años, que si en el Estudiantes, que si en las selecciones inferiores, que si de ayudante de Scariolo. No dudo de su capacidad como entrenador, pero también destaca que es un gran relaciones públicas.

Pido disculpas por haber hecho constar otra cosa en principio. Mi método no era muy científico

En el vagón del -6 hay algunos ilustres, como el controvertido Miguel Angel Reyes ante el Barcelona en la 94-95el gran Danya Abrams en la 99-2000 ante el Joventut, el irregular Anderson Schutte en la 2001-02 ante el Unicajael de Santi Abad el mismo año ante el Pamesa, con el "mérito añadido" de lograrlo en solamente 4:42 en pista. Lamentablemente, fue su último partido en una carrera ACB de 15 años polémica, sí, pero brillante también. Ah, ahora acabo de encontrar otro: Orenga el año del descenso frente al Alicante. Puede que haya más.

martes, 11 de octubre de 2011

Gente


No soy un tipo demasiado simpático ni abierto, al menos con quien no conozco. El contacto con la gente (conocida y anónima) me resulta a veces un ejercicio demasiado fatigoso, pero es inevitable, claro, y más en lo mío. Sin embargo, el otro día me sentí especialmente cómodo cuando en el descanso del Cáceres-León me bajé con los Kamicáceres del 10 de mayo a hacer una encuesta sobre el tema "Calderón-oferta para entrenar" (excelente operación de imagen, por lo visto idea de Pedro Núñez). Quien tenía enfrente hablaba el mismo idioma que yo.

Conozco (no mucho) a varios peñistas, gente honesta que lo da todo por su equipo, un poco supervivientes de una época gloriosa, aficionados que no han traicionado ni al baloncesto ni a sí mismos. Aguantan, se esté en la categoría en la que se esté. Muchos se han matado a kilómetros en los últimos 20 años y lo seguirían haciendo si los partidos normalmente no fuesen los viernes. Y muchas veces son casi los únicos que animan en el Multiusos. Disfrutan y sufren, en suma, de una historia que compartimos todos.

Me trataron muy bien con lo de la encuesta, que es algo que odio hacer, la verdad. Quizás sea fruto de lo que os contaba al principio sobre que no soy la alegría de la huerta así, de primeras. Probad a intentar parar a cuatro personas en pleno Cánovas un domingo por la tarde y preguntarles por la pena de muerte. Y luego, convencedles de que te den su nombre, apellidos, profesión y se dejen hacer una foto. Las mujeres no suelen querer esto último, son así de coquetas. Luego te encuentras de todo: maleducados a los que parece que les estás intentando vender una enciclopedia, tipos que no saben de qué les hablas cuando les preguntas por el IPC y, por supuesto, también personas amabilísimas, incluso cuando declinan tu invitación.

Todo esto del basket cacereño tiene sentido por los aficionados. El día que vayan 300 sí que será realmente insostenible. Pero hay un suelo interesante de 1.800 que no abandona al equipo nunca. Sí, quizás sea una cifra que deja un poco frío, pero no sé, es una buena base para que los oportunistas de turno vayan sumando, o quizás simplemente seguidores de otras épocas que no han probado este producto. El baloncesto sigue siendo el deporte de esta ciudad. ¿Lo sabe esta ciudad?

PD1: Gracias a mi compañero Rufino por dejarse robar la foto.
PD2: Recibí una petición de un peñista seguidor de este (¿humilde?) espacio. Apuntado, apuntado. Será cuando te acercas a la cabina de un DJ a gritarle "¡¡¡¡pon a Los Planetas!!!!"

viernes, 7 de octubre de 2011

Ucronía


"Me gusta mucho leer". Hace diez años, Mario Segalás, Luis Clemente y yo nos reíamos bastante de un futbolista del Cacereño al que le ponía mucho presumir de lector. La gente joven solo lee a Harry Potter y la literatura en general será algo pasado de moda, un vestigio de los viejos tiempos, pero sigue vistiendo mucho lo de leer libros, o hacer como que los lees. Mucho más que si dices "me gusta el cine" y no digamos ya "me gusta la música" o "los videojuegos". Nadie presume de estar en internet todo el día, que es lo que hacemos todos. Leer es leer, uno se las da de intelectual, lo sea o no, y eso no tiene precio, aunque luego te arriesgues a que se carcajeen de ti a tus espaldas por esa pretensión cultureta.

Es que en realidad hay tanto que leer (y tanto bueno) que es muy difícil alardear con razón de ello. Gente con auténtico dominio del mundillo hay muy pocos. Un libro necesita dedicación, ponerle de tu parte. Y tiempo. No es un consumo tan facilón como una peli (por mucho que sea de Kieslowski) o un disco (pongamos Mercury Rev). Y sobre el arte, ir a museos es solamente echar un rato mientras tus pies te presentan la dimisión, generalmente cuando eres turista y vas tachando "sitios a los que ir obligatoriamente antes de que el avión salga de vuelta". En los museos me siento como en el Atrio: sé que lo que me ponen por delante es la hostia, pero no sé disfrutarlo.

¿Esto no era un blog de basket? Un poco sí. Hablaba de lo de leer porque siempre me ha fascinado el concepto de ucronía (pinchar aquí al respecto). En suma, libros que tratan de "qué hubiera pasado si...", realidades paralelas, momentos que hubiesen cambiado la historia. Estos últimos días he terminado de volver a leer "El hombre en el castillo", quizás la novela más representativa de esta historia: Alemania y Japón habrían ganado la Segunda Guerra Mundial y dominarían el mundo. Divertido, aunque a Philip K. Dick se le va la pinza a veces.

Nuestra ucronía favorita en el baloncesto cacereño, y más cuando dentro de unas horas llega el León, es "qué hubiera pasado si se hubiese ganado la Copa del Rey en 1997". ¿Sería el panorama totalmente distinto al de ahora, el club no hubiera desaparecido, no habría que haber reconstruido todo desde cero? El "what if" es un ejercicio algo desasosegante, con múltiples posibilidades, casi tantas como cerebros humanos que lo realicen.

Hay quien dice que todo habría cambiado, que tener un título de ese prestigio hubiese asentado al Cáceres CB en el basket español, le habría asegurado una estabilidad de cara a los patrocinadores (locales) de la que luego careció. Todo el mundo sabe que Caja Extremadura estaba deseando quitarse del medio y lo logró el año siguiente. ¿La hubieran dejado con un torneo tan reciente en las vitrinas? No lo sé.

Quizás todo hubiese seguido su curso negativo hasta unos años después y el desastre final. Lo que había era lo que había. De hecho, el Manresa ganó una liga y luego descendió dos veces a la LEB. Pero siguió adelante, no ha tenido que refundarse como club, ha ido sustituyendo el TDK de aquella época por otros patrocinadores como Ricoh y Assignia. El caso del Joventut es extremo: un palmarés glorioso, unas deudas brutales y ahí continúan.

Sí, a mí también me gusta mucho leer.


PD: Buena la foto, ¿no? Cosas de las realidades y las ucronías. Unos años después, el odiado Julbe se convertía en el nuevo (y muy temporal) mesías de un Cáceres ya crepuscular.