Aquí estoy ya, en una habitación del Hotel Puerta de Burgos. No está mal, aunque quizás sus cuatro estrellas sean algo exageradas. El viaje ha transcurrido tranquilo, con todo autovía se hace muy fácil. Quizás deba callarme el tiempo que hemos tardado. Nunca se sabe quién puede estar leyendo esto...
Burgos nos ha recibido agradable, con un tiempo casi perfecto. Un solecillo que tampoco picaba, adecuado para ir en manga corta pero sin agobios. Nunca había estado en esta ciudad, pero en el primer paseo resulta acogerdora y fácil de manejar. Es un poco más grande que Cáceres, con amplias avenidas que convergen en el corazón, que sin duda es su grandiosa catedral gótica. No estoy aquí para hacer de cronista del "Lonely Planet". Simplemente me ha llamado la atención lo limpia que está su piedra, lo exiquisitamente restaurada que está, y sobre todo lo bien que está integrada en su entorno turístico.
Tras improvisar el almuerzo en un "kebab" con unos camareros simpatiquísimos, hemos visto algún cartel del partido de esta noche, pero tampoco nadie con bufandas ni nada por el estilo, ni de un equipo ni de otro. Las dos posibilidades que había de viajar a nivel colectivo desde Cáceres se han difuminado por falta de cupo. Es complicado en una combinación viernes-domingo. Los hinchas extremeños que viajen lo harán a nivel particular. Me aseguran que habrá algunos. Dentro de unas tres horas, en un pabellón que está a unos 500 metros de aquí, lo podré contar.
He visto fugazmente a los jugadores y al cuerpo técnico, justo cuando salían de comer y la mayoría de ellos enfilaba la octava planta la para echar la siestecita. Muy buen ambiente. El cachondeo lo protagonizaba Gio Dedas, uno de los hombres del día. Reaparecerá tras dos meses sin rascar bola, torturado por su peroné, pero sus compañeros no le tienen compasión. En un momento se ha despistado y le han "levantado" las gafas y el móvil. Aún debe estar preguntando que quién se los ha escondido.
Gustavo Aranzana relajado, siempre flanqueado por su segundo, Mario Segalás. El primer entrenador ha vivido un millón de estas batallas y todo esto le debe sonar, pero se le ve en los ojos el brillo de la ilusión. Está volviendo a disfrutar del banquillo después de un año sin entrenar. Hoy mantendrá su vieja costumbre de no cambiar de reloj mientras siga ganando. Será la séptima vez que se ponga uno, bastante discreto, de su colección de "más de 100", según cuentan.
Dentro de un rato los jugadores volverán al comedor para hacer una pequeña merienda y luego, a eso de las 7, partirán hacia el partidos. Burgos está agradable, sí, pero promete arder cuando en El Plantío se den las 21.00. El lleno (2.500 espectadores, quizás no muchos, pero sí muy ruidosos en un pabellón pequeño) está asegurado. Es tiempo de "playoffs", definitivamente.
1 comentario:
Javier. Que envidia tio. Suerte para todos. Esperamos tu crónica.
Saludos.
Jose Ant. Bola González
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