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Ya no hay más Diego Guaita en el Cáceres 2016, una decisión que, pese a que se veía venir desde hace tiempo --me cuelgo la medalla de haberlo adelantado el 15 de enero con un mítico titular, "El Cáceres se harta de Guaita"-- no por ello deja de ser un pelín controvertida.
Hay parejas cuya función más productiva es provocar en los demás el cruce de apuestas sobre si cortarán o no, o si lo harán pronto o tarde. Algunas veces, por mucho que aparentemente les vaya mal y generen el cuchicheo, ahí siguen, compartiendo la vida. En el caso de Guaita y el Cáceres hay algo profundamente podrido desde casi el inicio, por mucho que en aquella final a cuatro nos encantase con sus triples y su carácter ganador.
Piti incluso veía en él un posible convocado para la selección argentina, ahora escasa de talento, o más bien con un talento envejecido. Porque... ¿qué pívots jóvenes se te ocurren de esa nacionalidad? Que jueguen en la ACB, pues Juampi Gutiérrez, al que Pablo Aguilar parece haberle comido mucho terreno, y Leo Mainoldi (Fuenla), precisamente compañero de Guaita en Burgos.
Como se ha visto posteriormente, las previsiones eran exageradas. Guaita es un gran jugador para LEB Plata, pero no parece digerir bien su papel de complementario en la LEB Oro. Él necesita bolas, protagonismo casi absoluto, y es así como vimos lo mejor de él en la segunda vuelta de la pasada temporada, cuando por las múltiples lesiones tenía que jugarlo prácticamente todo.
Ya a esas alturas estaba a tiros con Hurtado. Dos caracteres fuertes poco predispuestos a tender puentes. Para el entrenador, el pecado --ficharle por dos años de contrato a un precio alto, 90.000 pavos por cada uno de ellos-- acabó conteniendo la penitencia: cuando quiso quitárselo de encima en verano no pudo por mera lógica del mercado, por lo que tuvo que "comérselo" con patatas. El resultado fue el ya comprobado.
Gustavo Aranzana tomó como desafío recuperar a uno de los jugadores mejor pagados de la plantilla. Ya se sabe: ese aura redentor un poco a lo Phil Jackson (yo puedo reconducir a las ovejas descarriadas), pero cuando alguien no está, no está. De todos modos, el "corte" hay que verlo más como una cuestión de la directiva, "cruzada" con el jugador desde hace tiempo por los motivos explicados --sienten que le deben algo a Piti, en cierto modo--, que del entrenador, al que no le estorbaba tenerle ahí, de cuarto pívot. Guaita no era mal compañero, al contrario de lo que pudiera sospecharse por algunos detalles: mantiene buenas complicidades en el vestuario (Francis, Sanguino) y nunca ha rehuido su trabajo.
Pero el romance, ya digo, estaba roto hace tiempo, más a nivel institucional que otra cosa. Aranzana aceptó largarle únicamente a cambio de que hubiera un repuesto. Y el repuesto era Berzins. Para jugar poco tiempo, bien vale Sanguino, se razona en Oaxaca, y así nos ahorramos algo con el argentino, al menos la cuestión de la Seguridad Social y demás mandangas.
Como este humilde blog también mira un poquito al pasado, aprovecharé para recordar una película que hace unos tres años conté en el periódico y que alguno desconocerá: otro argentino --éste mítico-- pudo fichar por el Cáceres CB en su momento. Su nombre quizás os suene: Manu Ginobili. Paso a autoplagiarme un poco, ala.
El jugador de los Spurs pudo ser del Cáceres CB en 1995, cuando era una promesa de apenas 17 años. La historia resulta extremadamente curiosa. Ocurrió en el verano de aquel año, cuando Ginobili era jugador del Andino La Rioja, en su localidad natal de Argentina, y deseaba dar el salto a Europa para mejorar su nivel. Su entonces entrenador, Oscar "Huevo" Sánchez --uno de los más prestigiosos del país-- tenía una gran relación con Manolo Flores, que era entonces el técnico del Cáceres. "Me llamó y me dijo que tenía a un jugador increíblemente bueno y muy joven que quería dar el salto", recuerda el emeritense.
El acuerdo económico estaba prácticamente cerrado, pero había que viajar a Argentina para ver al Ginobili en acción y sellarlo definitivamente. Cuando el desplazamiento de Flores y el presidente verdinegro, José María Bermejo, estaba ultimado, hubo complicaciones de fechas y quedó aplazado.
Ginobili acabaría marchándose después al Reggio Calabria italiano, de donde pasó a la Virtus de Bolonia --con el que fue campeón de Europa-- y posteriormente a la NBA. "Con el tiempo lo piensas y fue una lástima, pero en este mundillo a veces pasan cosas así", añadió Flores. Lo más curioso es que seguramente Ginobili no hubiese jugado en principio en el Cáceres, sino que hubiera entrenado con el equipo, lo que compatibilizaría con una cesión al Plasencia o al Doncel, por entonces clubs vinculados.
Esto sí que es hilar dos historias. Lo demás es cuento.