Segundos después de acabada la temporada... |
La escena en sí de los jugadores yendo a la grada a chocar las manos de todos los aficionados que lo deseaban expresa bien todo esto. Me quedé bastante ojiplático desde arriba, en la jaula de cristal que nos tienen en el pabellón. No sé de quién fue la idea, pero muchas felicidades. Pocas cosas hay más valiosas en deporte como que una afición se identifique con unos jugadores y al revés. Y eso se multiplica por mil cuando ni la afición pasa una época de auge ni los jugadores son glamourosos y llenos de talento.
Pero este Cáceres ha sabido construirse desde la modestia y la entrega, por encima de que el presupuesto no permitiese hacer un equipo de mayor calidad. Pero a ciertas alturas de la película eso nos ha dado igual. Hemos visto cómo estos tíos luchaban por cada balón, sufrían en las derrotas y se alegraban en las victorias. Y todo con el escudo del club en el pecho y sus sueldos casi mileurísticos en el banco. Para esto se tiene un equipo de baloncesto profesional en la ciudad. Ni para menos ni para mucho más.
Lo mejor es que gracias a esto por primera vez en bastante tiempo se han sentado unas bases para poder intuir un poco el futuro. Carlos Frade, a no ser que le llamen desde la Liga Endesa (algo que pasará tarde o temprano, por cierto), cumplirá su año de contrato. Y quiere hacerlo (y va a hacerlo, sospecho) con buena parte de los jugadores que al final han acabado haciéndolo muy bien, progresando y progresando con el paso de las jornadas y aportando cada uno todo lo que tenían dentro. Se intuye sensacional que buena parte del camino andado en esta temporada ya se haya cubierto para la próxima y que chicos como Alex López (el único con contrato) podrá seguir mejorando y mejorando dentro de un sistema que favorece a ello.
Frade se ha distinguido como un buen fichador de jugadores, pero como un mejor fichador de personas. Seguramente el funcionamiento interno de sus equipos no entiende de otra cosa: compromiso, poca vocación de protagonismo individual y mucha paciencia con el que no lo está haciendo bien, como ocurrió con Braydon Hobbs, que en otras temporadas hubiese saltado por los aires cuando a los tres meses de competición promediaba 2 puntos de valoración.
Pero ahí dentro son como una familia en la que todos ayudan a todos, en la que, pese que haya las lógicas afinidades internas, todos hablan con todos y todos se defienden a todos. Esto requiere un tipo de jugador muy determinado, muy 'con hambre' con el que hay que dar en el clavo.
Hay proyecto, sí, por encima de los vaivenes de estos tiempos. Pero se ha visto que, afinando mucho y trabajando más todavía, se puede hacer una plantilla que sea competitiva y que, sobre todo, represente bien al baloncesto de Cáceres.