Como a veces soy un poco uno de esos DJs que aceptan peticiones (ponme una de Los Planetas, anda), le cojo el guante a uno de nuestros habituales comentaristas para hablar del "núcleo duro" de la directiva del Cáceres 2016: ese tridente indisoluble que forman Pedro Núñez, Eduardo Chacón y Abelardo Martín.
Cuando se habla de ellos, no sólo se hace desde el prisma del presente. Todos sabemos que fueron claves --junto con las voluntades de otra mucha gente, pero sin ellos hubiera sido imposible-- en la compra de la plaza LEB Plata hace año y medio y en la llegada a la LEB Oro el verano pasado. La refundación del baloncesto cacereño, se le llamó. Fue un acto generoso de tres tipos auténticamente locos con el basket y con su ciudad que disfrutan muchísimo estando ahí dentro. Como suelo decir, el club es su "gran Scalestrix". Otros adinerados tienen la caza, las playas de Tahití o los cochazos. Ellos, el baloncesto de Cáceres. Y creo que saben que el aficionado se lo agradece, por mucho que nadie les hiciese caso cuando en el 2002 dijeron que había que vender la plaza ACB. A lo mejor tenían razón, pero había que intentarlo.
Hay un fenómeno extraño cuando se habla de ellos: están muy unidos, en algún caso tienen negocios juntos, siempre han ido de la mano en esto del basket. Sin embargo, los tres son muy distintos el uno del otro. Diría más bien que son complementarios, que cada uno aporta a la gestión un rasgo de su personalidad, su propia llave con la que abrir puertas distintas. Intentaré decir cómo les veo desde mi óptica de periodista. Aunque son personas accesibles, no siempre están en primera línea para que la gente les conozca.
Empezaré por quien ocupa más o menos el papel de líder entre los tres. Pedro Núñez es el que le pone más corazón a las cosas. Habitualmente temperamental --en la leyenda está su "cuasi destitución" a Manolo Flores en el descanso de un partido en Sevilla-- también es frío cuando cree que debe serlo. Si no, ¿cómo ha mantenido una gran empresa como la suya? Creo que hay un punto de timidez en él: le costó aceptar el puesto de presidente en el 2001 y en el nuevo club parece claro que tampoco ha querido ocuparlo. Alrededor suyo hay un respeto casi sagrado.
Eduardo Chacón es la otra cara de la moneda. Prudente hasta la obsesión, a veces me parece que es quien "modera" a Núñez, quien le pide que cuente hasta diez cuando hay que tomar una decisión. A veces se queja de que tiene que quedar como el malo de la película. Aún así, tiene un fino sentido del humor. Me parece que es el que más baloncesto ha visto de los tres, el que más se informa sobre todo. Compulsivo internauta y seguidor habitual de Bujacocesto, por cierto. ¿Cómo no fiarse del tío que se ocupa de que nos recojan la basura?
Abelardo Martín no es ni como Núñez ni como Chacón, sino todo lo contrario. A mí me parece el más peculiar de los tres, con ese aire bohemio y literario que le quiere dar a todo (sí, macho, ya sabemos que Macondo es el pueblo de Cien años de soledad). Innovador, reflexivo y con opiniones que habitualmente se salen del carril (es de los que intenta ver más allá de lo aparente), no me cuadra con el perfil del constructor. Imagino que no lo está pasando bien por la crisis. Su mayor afición no es el baloncesto, sino intentar acabar con el hambre en Guinea Bissau.