Supongo que lo habréis leído:
el gran Jiri Okac intenta recuperarse de unos graves problemas de salud. Como todo buen adicto al basket cacereño, desde aquí le mando un fuerte abrazo (vosotros podéis hacerlo directamente en
okin@email.cz o en el hastag de Twitter #animoJiri ). Aunque ha sido protagonista en este blog varias veces (e incluso es uno de los personajes del wallpaper junto a Paraíso y Pritchard), tengo ganas de rendirle un pequeño homenaje, a ver si se anima. Con la ayuda del gran archivo fotográfico de El Periódico Extremadura, aquí van diez motivos para adorarle.
1. Por hacerse Brno-Cáceres en coche para cambiarlo todo. A Jiri le ficharon en el verano del 91 entre Jesús Blanco y Martín Fariñas. ¿Nos atrevemos a fichar a un tío de 2,17 ya curtidito (27 años)? Pues venga, que estamos 'on fire'. Aquello fue una rareza. Vieron un par de vídeos y les convenció: no acreditaba grandes números en el Sfezenesvar húngaro, pero sí una enorme capacidad para cambiar tiros y hacer daño a rivales que, desde luego, no se habían visto en una igual. Así es que aceptaron el ofrecimiento de su entonces agente, Eva Field, y Jiri se plantó en Cáceres directamente desde su Checoslovaquia natal (el país todavía no se había separado)... ¡en coche! Creo que era un Renault 21, pero no me hagáis mucho caso.
2. Por demostrarnos que Sabonis era humano. El idilio entre Cáceres y Okac empezó pronto. Ante el público local debutó en un amistoso frente al Fórum Valladolid que venía con Arvydas Sabonis. Parecía que iba a haber repaso del equipo de ACB, pero nada de eso. El equipo de Fariñas fue por delante durante buena parte del encuentro, pero al final los pucelanos (entre los que estaba también Miguel Angel Reyes) hicieron valer su mayor calidad liderados por Arvydas Sabonis. Destacó en aquel choque la lucha entre dos pívots del ya herrumbroso 'telón de acero' que se las tuvieron tiesas, sí. Sabas no estaba muy acostumbrado a pegarse con un tío que, sí, era más delgadito, pero de su misma estatura, o casi.
3. Por mandar en las zonas de Primera División. Okac terminó el año del ascenso con unos promedios de 14 puntos, 7 rebotes y algo más de 4 tapones. Sí, esta última estadística, sobresaliente, pero por lo demás, los americanos de la categoría solían aportar más. Recordar que solo se permitía un extranjero y que Bosman todavía no había nacido (o casi). Sin embargo, era tremendo el peso que tenía en los partidos el checo de la larga melena y constante sonrisa. Los sistemas de ataque estaban pensados para que él cogiera el balón en el poste bajo y lo distribuyera, porque tenía muy buena visión. Bien podía jugarse un tirito a la media vuelta o bien doblarla para Abrines o Roberto Gómez en el triple. También Felipe García se benefició mucho de los dobles marcajes que sufría. El suyo fue un dominio más efectivo que estadístico.
4. Por enfrentarse a la ley. "I fought the law", suena ahora mismo en mi ordenador. Es una canción de los Clash, aquel grupo inglés que estuvo entre los precursores del punk. Luché contra la ley, berrea Joe Strummer. Luego ha habido más versiones (Manu Chao y Loquillo, ups). Bueno, pues cuadraría como banda sonora en lo ocurrido en diciembre de 1991 en el pabellón Entrepuentes (actual Juancho Pérez) de Badajoz. En un calentísimo partido ante el Caja Badajoz, una discusión entre Jiri y un policía pacense por un "siéntese usted" acabó con el pívot checo quitándole la gorra al poli, poniéndosela y siendo aporreado por el atónito (y contundente) agente. Se formó una de mil demonios. Me pilló a unos metros y nunca he vuelto a ver nada igual. No pudo volver a jugar en la segunda parte y anduvo fastidiado de las cervicales una época. El juicio de unas semanas después le condenó a una pequeña multa. Tremenda escena para alguien crecido bajo el yugo comunista, ¿no? Su particular
primavera de Praga...
5. Por amargar a Heredero, De la Cruz... Con el tiempo parece que el Cáceres perdió su primera ocasión de ascender ante el Andorra porque Jiri no encontró un rival lo suficientemente significativo para él. Ray Smith iba a su bola y anotaba y anotaba, pero no llegaban a marcarse. El puesto de '5' en el Andorra se lo repartían Leo López, Remón y Torrubias, nada comparado con lo que le vendría a Okac después, en la 'repesca' contra el Prohaci: un tío más de 100 veces internacional, plata en Los Angeles 84: Juan de la Cruz. Eso sí que eran duelos. El veterano intentaba sacar de quicio al checo con artimañas inimaginables. Y a veces lo consiguió. Hace no mucho hablé con
El Lagarto y recordaba con cariño aquello. Buen tipo. Algo similar ocurría con Ángel Heredero, un alero que a menudo tocó los collons (literalmente) a Okac. Algún día publicaré el mail (nada cariñoso) que me envió a raíz de una entrada aquí, jaja. Pobres. Perdieron.
6. Por seguir con Cáceres en el corazón. Los jugadores vienen y van. Son profesionales. No me gusta referirme a ellos como 'mercenarios', porque 'mercenarios' seríamos todos en nuestras profesiones: si podemos elegir, vamos donde mejor estemos, donde trabajemos con más gusto, por el máximo dinero posible. En el caso de Jiri, fue una lástima que no renovase (
aquella historia ya la recordé aquí) y siempre quedará la duda de si podía haber hecho un buen trabajo en ACB. Cambiar tiros e intimidar seguro que lo hubiese seguido haciendo. Quizás en el rebote, donde no era un especialista, hubiese tenido más problemas. El caso es que se marchó, pero dejó muchos amigos aquí. El principal está claro que es el fisio de la temporada del ascenso, Juanjo Rubio, con el que le he visto en varias ocasiones 'de visita' en todos estos años, tomando cañas, pinchos, parándose con todo el mundo, sonriendo, sonriendo, sonriendo... Un cacereño más.
7. Por aquella mañana de julio desde un autobús. En la vida de uno siempre hay guiños particulares, cosas que te pasan que te recuerdan a otras cosas, bromas privadas, momentos que no sabes cómo explicar porque no sabes si son emotivos o simplemente ridículos. Por ahí van los tiros en mi caso, una buena mañana de julio del 2003 en un autobús, yendo desde Viena a Praga. Sí, estaba haciendo ese triángulo turístíco que completa Budapest. Otros tiempos en mi caso. Miré por la ventana y un cartel en la autopista señalaba que el siguiente desvío llevaba a
Brno... Brno... Brno... Sí, vale, lo escuchamos una vez al año porque allí es el Gran Premio de motociclismo, pero Brno forma parte más nuestra porque Jiri es de allí. Miré los lejanos bloques grises de olor estalinista y pensé irremediablemente en él.
8. Por aquellos meses en los que, ¡sí!, volvió a vestirse de verde. Recordaréis que la primera temporada en LEB después del descenso, en el 2003, fue un desastre. Se configuró un equipo exageradamente caro para los apoyos que había y los jugadores (Deren Washington, Demon Johnson, Mike Higgins) se fueron yendo al ver que no cobraban. Así es que Ñete Bohigas, también muy amigo de Jiri, le llamó a la República Checa y le invitó a volver para poder completar el equipo, cobrando cuatro duros. Él aceptó, siguiendo el mismo espíritu aventurero de antaño. Habían pasado casi 12 años del ascenso y tenía casi 40, pero el tipo seguía fino y hasta había desarrollado un tirito de media distancia. Algún que otro partidazo se marcó, promedió 14 puntos, 6 rebotes y 2,4 tapones y el equipo acabó decentemente la temporada. Hasta había renovado para la siguiente, pero se echó atrás por problemas físicos. Hasta eso lo hizo bien, porque facilitó el fichaje de Josh Asselin.
9. Por los otros sitios donde también dejó huella. Nos lo hemos apropiado nosotros, pero él es también querido en otros lugares de España. Sin ir más lejos, en Plasencia (LEB-2), donde, también a las órdenes de Ñete, estuvo en la 2003-04 con sus numeritos habituales (14,8, 6,4 y 2,2). También fue una buena temporada en La Bombonera, con una plantilla corta que llegó lejos. De él también guardan buen recuerdo en Zaragoza: jugó en el Conservas Daroca, filial del CAI, con Lucio Angulo en la 1992-93, y en Burgos, en dos etapas. La segunda (y última en su carrera) se extendió hasta los 43 años. Preguntes donde preguntes, siempre salen las mismas palabras: humanidad, honestidad, compromiso...
10. Por todo lo que queda por vivir. La última vez que le vimos fue hace año y medio, en aquel partido de las leyendas Adecco que tanto nos gustó a los nostálgicos. Charlando con él, me contaba sus sensaciones nuevas como entrenador en la segunda categoría austriaca, lo mal que estaban las cosas en su país, lo mucho que necesitaba el baloncesto, todo lo que se acordaba de Cáceres y del año del ascenso... El pasado está ahí, siempre va a estar ahí, pase lo que pase. Y el futuro, en un tiempo oscurso (en su caso, a nivel personal por problemas de salud, y a nivel general, por la que está cayendo en el mundo que conocemos) también nos aguarda con momentos emocionantes. Por todo eso, por lo que ha pasado y por lo que va a pasar, merece la pena seguir luchando, Jiri.